Nuestra historia

La historia de las zambras flamencas en Granada es profunda y rica, remontándose a las innovaciones de Antonio Torcuato «Cujón», un destacado gitano de Ítrabo. Fue él quien, en una herrería de la Plaza del Humilladero, concibió la idea de la primera zambra. Este evento precursor dio paso a la emblemática Zambra de los Amayas en el Sacromonte, liderada por el Capitán Juan Amaya a principios del siglo XX.

Manuel Amaya Hidalgo, conocido popularmente como «Manolo Amaya», fue un guitarrista nacido en 1904 en el Sacromonte, un barrio de Granada, donde también falleció en 1977. Desde temprana edad, comenzó a tocar en la zambra dirigida por sus padres, Juan Amaya y Dolores «la Capitana». Manolo llevó el tipismo de las zambras a un público más amplio, incluida la televisión americana, y se presentó en la Exposición Internacional de Barcelona en 1929, donde recibió una copa de plata.

A lo largo de su vida, Manolo colaboró con figuras destacadas del flamenco como Pepe Marchena, la Niña de los Peines, y Vallejo, y su influencia se extendió a varios continentes, habiendo actuado en lugares como Brasil y Buenos Aires desde su juventud. También participó en importantes eventos culturales, como el Concurso Nacional de Cante Jondo en Granada en 1922, organizado por luminarias como Manuel de Falla y Federico García Lorca. Además, su zambra incluyó a artistas de renombre como Carmen Amaya y su tía «la Faraona».

Tras su muerte, el vacío que deja es palpable en el Sacromonte, donde personalidades como los Habichuelas, Los Ovejillas, Juanillo el Gitano y María la Canastera resaltan la pérdida de un hombre cuya presencia era tan robusta y vital como un ciprés de Sacromonte. Siempre vestido de luto, llevaba en su ser el profundo sentir de su raza y la historia vibrante de su barrio.

Además de su impacto en la música y la danza, Manolo Amaya dejó su huella en el cine, participando en películas como «Forja de Almas» y «María de la O», así como en numerosos documentales y una extensa discografía. Fue también cofundador de la Cofradía del «Cristo de los Gitanos» y su presencia se sintió profundamente en las ceremonias y procesiones que marcaban la vida cultural de Granada.

Manolo era parte de una extensa familia artística y gitana, incluyendo a su hijo Juan, quien lo asistió en las zambras, y otros familiares notables en el mundo del flamenco. Actuó en varias películas y documentales, dejando una profunda huella en el arte flamenco.

Su fallecimiento marcó un golpe significativo para el Sacromonte, considerado el patriarca de las zambras del barrio. Manolo era también uno de los fundadores de la Cofradía del «Cristo de los Gitanos», y su legado en la cultura flamenca y en la comunidad gitana de Granada sigue siendo celebrado. Su muerte fue profundamente sentida, siendo recordado como un pilar de la danza y la música flamenca en su querido Sacromonte.

En el año 2001, Sensi Amaya, descendiente directa de la renombrada familia Amaya, emprendió una iniciativa significativa para preservar y enriquecer el legado empresarial de su linaje en Granada. Decidió hacerse cargo del «Reina Mora», uno de los tablaos más antiguos y respetados de la ciudad, ubicado en el corazón del histórico barrio del Albayzín. Con visión y respeto por su herencia cultural, Sensi transformó el espacio y lo rebautizó como «Tablao Flamenco Albayzín».

Esta transformación no fue solo un cambio de nombre, sino una completa revitalización de la oferta cultural del establecimiento. Sensi introdujo una programación innovadora que incluía espectáculos de flamenco que destacaban tanto por su autenticidad como por su calidad artística. La decisión de modernizar el tablao y al mismo tiempo mantenerse fiel a las raíces tradicionales del flamenco demostró ser un equilibrio perfecto entre la preservación y la innovación.

El «Tablao Flamenco Albayzín» rápidamente se convirtió en un punto de encuentro crucial para los aficionados al flamenco, atrayendo a turistas y locales por igual, quienes buscaban experimentar el verdadero espíritu del flamenco en un entorno íntimo y acogedor. La atmósfera del tablao, con su decoración que evoca las antiguas zambras del Sacromonte, y su programación que a menudo incluye a algunos de los más destacados artistas del flamenco contemporáneo, hacen de cada noche una celebración vibrante de la cultura gitana.

A través de sus esfuerzos, Sensi Amaya no solo ha honrado la tradición familiar, sino que también ha contribuido significativamente al enriquecimiento de la escena cultural de Granada. El «Tablao Flamenco Albayzín» se ha establecido como un bastión de la cultura flamenca, garantizando que el legado de los Amaya continúe influyendo en el arte flamenco tanto en España como en el mundo entero.

La expansión continuó en 2017 cuando Sensi Amaya extendió su visión al adquirir un palacete del siglo XIX en Málaga, inaugurando el «Tablao Los Amayas» como un homenaje al pintor Pablo Picasso. Este espacio se convirtió en un punto de encuentro para los aficionados al flamenco, ofreciendo una experiencia inmersiva y auténtica.

El legado de los Amayas recibió un emocionante y nuevo capítulo en 2024 cuando José y Manuel Amaya, descendientes directos de esta icónica familia flamenca, decidieron regresar a sus raíces en el Sacromonte, el corazón vibrante del flamenco granadino. Con un profundo respeto por su herencia, reabrieron la histórica Cueva de los Amayas, un espacio legendario que ha sido testigo de innumerables actuaciones memorables a lo largo de las décadas.

En este entorno evocador, José y Manuel ofrecen una experiencia de flamenco en su forma más pura y auténtica. Rompiendo con la tendencia moderna de usar amplificación y escenarios elaborados, optaron por un enfoque más tradicional que se centra en la esencia del flamenco. La ausencia de megafonía y de escenarios artificiales permite que el sonido natural de la guitarra, el cante jondo y el taconeo resuenen directamente a través de las paredes de la cueva, creando una atmósfera intensamente personal e íntima.

Esta elección subraya la intimidad y complicidad únicas del arte flamenco, donde la conexión entre los artistas y la audiencia se siente con cada nota y cada movimiento. En la Cueva de los Amayas, los visitantes no solo observan una actuación, sino que participan en una experiencia colectiva de emoción y arte compartidos. Este enfoque ha rejuvenecido la tradicional zambra granadina, atrayendo tanto a aficionados del flamenco como a nuevos espectadores que buscan una conexión más profunda con este arte cultural.

José y Manuel, con su regreso y esta nueva iniciativa, no solo han revitalizado un espacio histórico, sino que también han reafirmado el compromiso de su familia con la transmisión y celebración del flamenco en su forma más verdadera y sin adulterar. Con cada espectáculo, la Cueva de los Amayas se convierte en un testigo vibrante de la historia viva del flamenco, asegurando que el legado de los Amaya continúe inspirando a generaciones futuras.

Esta rica historia no solo celebra la contribución de la familia Amaya al flamenco, sino que también invita a los entusiastas de este arte a experimentar la magia del flamenco en su entorno más auténtico y tradicional.

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