La historia de las zambras flamencas en Granada es profunda y rica, remontándose a las innovaciones de Antonio Torcuato «Cujón», un destacado gitano de Ítrabo. Fue él quien, en una herrería de la Plaza del Humilladero, concibió la idea de la primera zambra. Este evento precursor dio paso a la emblemática Zambra de los Amayas en el Sacromonte, liderada por el Capitán Juan Amaya a principios del siglo XX.
Antonio Torcuato Martín «el Cujón».
Dibujo de F.Ramírez
La Cueva de los Amaya: Historia y Legado de las Zambras Flamencas en el Sacromonte de Granada
La historia de las zambras flamencas en Granada hunde sus raíces en la figura de Antonio Torcuato Martín, conocido como “El Cujón”, un gitano nacido a finales del siglo XIX en Ítrabo, Granada. Herrero de oficio, El Cujón tenía su fragua en la Plaza del Humilladero, donde no solo trabajaba el metal sino que convirtió parte de su herrería en un espacio para organizar bailes gitanos. Allí reunió a destacados artistas locales y creó la primera zambra granadina, sentando las bases del flamenco sacromontano.
El investigador Eduardo Molina Fajardo destaca la habilidad de El Cujón tanto con la guitarra como en el cante jondo, expresando el desgarro y la pasión propias de su raza gitana. Desafortunadamente, la zambra de El Cujón desapareció tras un robo que lo dejó en la ruina y le obligó a perder su fragua y el lugar donde se celebraban estos encuentros. A pesar de ello, su legado permanece como uno de los pilares fundamentales del flamenco en Granada.
Juan Amaya (1861-1917) y su hermano Pepe Amaya (1863-1919). Con la bandurria Benito Ferrer (constructor de guitarras).
La consolidación de la zambra en el Sacromonte: Juan Amaya y la zambra de los Amayas
Tras la desaparición de la zambra de El Cujón, la tradición flamenca continuó y se consolidó en el Camino del Sacromonte, área que se convirtió en el corazón de la zambra granadina.
Una de las figuras esenciales en esta consolidación fue Juan Amaya, capitán de la emblemática Zambra de los Amayas a principios del siglo XX junto a su mujer Dolores Hidalgo “La capitana”- La pareja dio prestigio a esta zambra, estableciéndola como una referencia fundamental en la cultura gitana y flamenca del Sacromonte.
Manuel Amaya Hidalgo: El Alma de la Zambra Sacromontana
Manuel Amaya Hidalgo, nacido en 1904 en el Sacromonte de Granada y fallecido en 1977, creció en un entorno donde el flamenco era parte de la vida diaria. Hijo de Juan Amaya “El moreno” y Dolores “La Capitana”, desde pequeño empezó a tocar la guitarra en la zambra familiar, adquiriendo una sólida formación en el flamenco gitano y preparándose para continuar el legado de su familia.
Manolo Amaya fue reconocido a nivel nacional e internacional. En 1929, participó en la Exposición Internacional de Barcelona, donde su zambra ganó una copa de plata, destacando la calidad y autenticidad de su arte.
En 1922, su zambra actuó en el Concurso de Cante Jondo de Granada, un evento organizado por figuras como Manuel de Falla y Federico García Lorca, que fue clave para consolidar el flamenco como expresión cultural.
Colaboraciones con Grandes del Flamenco
A lo largo de su carrera, Manolo Amaya colaboró con figuras legendarias como Pepe Marchena, La Niña de los Peines y Vallejo, ampliando su estilo y difundiendo el flamenco a nuevos públicos.
Giras Internacionales y Proyección Mundial
Desde joven, Manolo realizó giras por Brasil, Buenos Aires y otros países, llevando la zambra gitana más allá de las fronteras españolas. Estas giras consolidaron su reputación como embajador del flamenco granadino y permitieron que la esencia de la zambra llegara a públicos internacionales.
Participación en Festivales y el Cine
En 1952, inauguró con su zambra el Primer Festival de Música y Danza de Granada, celebrado en la Placeta de los Aljibes. También participó en festivales en lugares emblemáticos como el Paseo de los Tristes y la Plaza de Toros.
Además, Manolo Amaya incursionó en el cine, apareciendo en películas como “María de la O” y “Forja de almas”, donde su arte flamenco alcanzó nuevas audiencias.
Familia y Legado Vivo
Manolo Amaya fue padre de Juan, Pepe, Paco y Carmela, quienes también siguieron el camino del flamenco. Primo de grandes figuras como las Gazpachas, Trinidad la Bizca y los Ovejillas, su familia ha sido un pilar en la preservación del flamenco gitano del Sacromonte.
Reconocimiento Póstumo
Tras su fallecimiento en 1977, Manolo Amaya quedó como uno de los grandes referentes del flamenco granadino. Su legado perdura como fuente de inspiración para las nuevas generaciones.
Foto de María la Gazpacha
Juan Amaya (1861-1917) y su hermano Pepe Amaya (1863-1919). Con la bandurria Benito Ferrer (constructor de guitarras).
Dentro de esta extensa familia, destacan otros artistas como:
En 2001, Sensi Amaya, descendiente directa de la prestigiosa familia Amaya, tomó una decisión trascendental para preservar y revitalizar el legado flamenco de su linaje en Granada. Consciente de la importancia histórica y cultural de su familia, decidió hacerse cargo del «Reina Mora», uno de los tablaos más antiguos y emblemáticos del barrio del Albayzín.
Pero Sensi no solo conservó este espacio; lo transformó y rebautizó como «Tablao Flamenco Albayzín», un lugar que fusiona la tradición con la innovación. Bajo su dirección, el tablao introdujo una programación fresca y auténtica, que destacó tanto por la calidad artística como por el respeto a las raíces profundas del flamenco. Esta mezcla de tradición y modernidad permitió que el tablao se convirtiera rápidamente en un referente para locales y turistas, un espacio íntimo donde la esencia del flamenco se vive con intensidad y pasión.
La atmósfera única del «Tablao Flamenco Albayzín», inspirada en las antiguas zambras del Sacromonte, junto a la presencia habitual de grandes artistas contemporáneos, consolidó su prestigio. Gracias a la visión y dedicación de Sensi, el tablao no solo honró la herencia familiar, sino que también aportó un significativo valor cultural a Granada, manteniendo vivo el nombre de los Amaya en la escena flamenca nacional e internacional.
La Expansión del Legado: Tablao Los Amayas en Málaga
La pasión por el flamenco y la preservación del patrimonio familiar no se detuvieron en Granada. En 2017, Sensi Amaya amplió su proyecto adquiriendo un palacete del siglo XIX en Málaga, que inauguró bajo el nombre de «Tablao Los Amayas». Este nuevo espacio fue concebido como un homenaje al gran Pablo Picasso, fusionando arte, historia y flamenco en una experiencia inmersiva y genuina para los aficionados.
El «Tablao Los Amayas» se convirtió en un punto de referencia para quienes buscan un acercamiento auténtico al flamenco, reflejando la misma filosofía que Sensi había implementado en Granada: mantener viva la tradición con un toque contemporáneo, respetando las raíces y el alma de este arte.
José y Manuel Amaya: El Renacer de la Cueva de los Amayas
En 2024, la historia de los Amaya dio un paso más con la entrada de la siguiente generación. José y Manuel Amaya, hijos y continuadores del linaje flamenco, decidieron regresar a sus orígenes y reabrir la histórica Cueva de los Amayas, situada en el corazón del Sacromonte, uno de los epicentros más vibrantes y emblemáticos del flamenco granadino.
Consciente del valor simbólico y cultural de este espacio, José y Manuel optaron por preservar la pureza y la esencia original del flamenco. A diferencia de las tendencias modernas que apuestan por escenarios elaborados y amplificación electrónica, ellos eligieron un enfoque tradicional. En la Cueva, el cante jondo, la guitarra y el taconeo se escuchan sin megafonía ni artificios, permitiendo que el sonido natural inunde cada rincón y conecte directamente con el público.
Este regreso a las raíces genera una atmósfera única de intimidad y complicidad entre artistas y espectadores, donde cada nota y cada gesto cobran una fuerza especial. La experiencia no es solo un espectáculo, sino una vivencia colectiva y emocional que renueva la tradicional zambra granadina y atrae tanto a aficionados de siempre como a nuevos públicos deseosos de autenticidad.
Un Compromiso con el Flamenco Vivo
José y Manuel, al frente hoy de la gestión de la Cueva de los Amayas, han revitalizado no solo un lugar emblemático, sino también el espíritu y la misión de su familia. Su trabajo reafirma el compromiso de los Amaya con la transmisión generacional del flamenco en su forma más genuina y sin artificios.
Cada actuación en la Cueva es un testimonio vivo de la historia del flamenco, donde la tradición y la emoción se entrelazan para inspirar a nuevas generaciones. Así, el legado de los Amaya sigue creciendo y dejando una huella imborrable en la cultura flamenca de Granada, España y el mundo.